¿ esto era lo que Dios quería para el ser humano ?

¿ esto era lo que Dios quería para el ser humano ?
¿ sueña con estar en un paraíso así ?

martes, 12 de octubre de 2010

¿Adónde irá a parar este mundo?


¿Adónde irá a parar este mundo?
LA BIBLIA predijo hace mucho la actual crisis moral y la describió así: “En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, [...] desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, [...] feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder” (2 Timoteo 3:1-5).
Tal vez esté de acuerdo en que esta profecía bíblica —aunque escrita hace casi dos mil años— ofrece una descripción exacta del mundo actual. Ahora bien, la profecía empieza con las palabras: “En los últimos días”. ¿A qué se refiere esa expresión?
¿“Los últimos días” de qué?
La expresión “los últimos días” se ha vuelto muy común en muchos idiomas. Tan solo en inglés forma parte del título de cientos de libros. Un ejemplo de ello es el libro reciente The Last Days of Innocence—America at War, 1917-1918 (Los últimos días de la inocencia. Estados Unidos en guerra [1917-1918]). El prólogo deja claro que con la expresión “los últimos días”, la publicación se refiere a un período concreto en el que se produjo una grave degradación moral.
“En 1914 —explica el prólogo—, el país cambió más rápidamente que en cualquier otro período de su historia.” Ese año, las naciones se enzarzaron en una guerra de alcance mundial, situación que no se había dado nunca antes. El libro dice: “Se trató de una guerra total, pues el enfrentamiento no fue solo de ejército contra ejército, sino de nación contra nación”. Como veremos, esta guerra se desarrolló en el inicio de lo que la Biblia llama “los últimos días”.
El hecho de que este mundo, antes de llegar a su fin, atravesaría un período llamado “los últimos días” es una enseñanza bíblica. De hecho, las Escrituras dicen que en el pasado ya hubo un mundo que dejó de existir, y explican: “El mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua”. ¿Qué tiempo fue aquel, y cuál fue el mundo que terminó? Se trataba del antiguo “mundo de gente impía” que existía en los días de Noé. De igual modo, el mundo actual va a llegar a su fin. Pero los que sirven a Dios sobrevivirán, como sucedió con Noé y su familia (2 Pedro 2:5; 3:6; Génesis 7:21-24; 1 Juan 2:17).
Lo que dijo Jesús sobre el fin
También Jesucristo habló de “los días de Noé”, cuando “vino el diluvio y los barrió a todos”. Él comparó la situación anterior al Diluvio —justo antes de que finalizara aquel mundo— con la que existiría durante el período que llamó “la conclusión del sistema de cosas” (Mateo 24:3, 37-39). Otras versiones de la Biblia utilizan la expresión “fin del mundo” o “final de esta época” (Biblia de Jerusalén y Reina-Valera, 1977).
Jesús profetizó cómo sería la vida en la Tierra justo antes de que este mundo terminara. Entre otras cosas dijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino”. Y así ha sucedido desde 1914, según indican los historiadores. Por eso el prólogo del libro antes mencionado dice que ese año marcó el comienzo de la “guerra total, [...] no [...] de ejército contra ejército, sino de nación contra nación”.
Jesús añadió en su profecía: “Habrá escaseces de alimento y terremotos en un lugar tras otro. Todas estas cosas son principio de dolores de angustia”. A continuación indicó que también se produciría un “aumento del desafuero”, o de la maldad (Mateo 24:7-14). Sin duda hemos presenciado tal aumento en la actualidad. Está claro que la profunda crisis moral de nuestros días cumple la profecía bíblica.
¿Cómo deberíamos comportarnos en esta época tan decadente? Veamos lo que escribió el apóstol Pablo a los cristianos de Roma en cuanto al deterioro moral. Con relación a los “apetitos sexuales vergonzosos” de la gente, explicó: “Sus hembras cambiaron el uso natural de sí mismas a uno que es contrario a la naturaleza; y así mismo hasta los varones dejaron el uso natural de la hembra y se encendieron violentamente en su lascivia unos para con otros, varones con varones, obrando lo que es obsceno” (Romanos 1:26, 27).
Los historiadores dicen que en aquella sociedad del siglo primero, cada vez más degenerada, “las pequeñas comunidades cristianas, con su piedad y su decoro, constituían una constante censura para el mundo pagano ávido de placeres”. Esto debería hacer que nos preguntáramos: “¿Puede decirse lo mismo de mí y de mis amistades? ¿Nos destacamos por nuestra integridad moral en este mundo corrupto?” (1 Pedro 4:3, 4).
La batalla que libramos
La Biblia nos enseña que pese a estar rodeados de tanta inmoralidad, debemos resultar “sin culpa e inocentes, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y aviesa”. Para ello hemos de tener “la palabra de vida asida con fuerza” (Filipenses 2:15, 16). Esta exhortación bíblica muestra cuál es la clave para que no nos contamine la corrupción moral: aferrarnos a las enseñanzas de la Palabra de Dios y reconocer que sus normas morales constituyen el mejor modo de vivir.
“El dios de este sistema de cosas”, Satanás, trata de poner a los seres humanos de su lado (2 Corintios 4:4). La Biblia nos dice que “sigue transformándose en ángel de luz”. Y lo mismo hacen sus “ministros”, es decir, sus servidores, los que actúan como él (2 Corintios 11:14, 15). Estos prometen libertad y placeres a la gente, pero como indican las Escrituras, “ellos mismos [son] esclavos de la corrupción” (2 Pedro 2:19).
Que nadie se deje engañar. Los que no hacen caso de las normas morales divinas pagarán las consecuencias. El salmista bíblico escribió: “La salvación está lejos de los inicuos, porque no han buscado [las] disposiciones reglamentarias [de Dios]” (Salmo 119:155; Proverbios 5:22, 23). ¿Estamos convencidos de ello? Si así es, protejamos nuestra mente y corazón de la propaganda que fomenta estilos de vida inmorales.
Ahora bien, muchos piensan que mientras no hagan nada ilegal, todo está bien. Pero eso no es cierto. También debemos seguir la guía moral de nuestro amoroso Padre celestial, que él nos da para protegernos, no para amargarnos la vida. Jehová Dios ‘nos enseña para que nos beneficiemos’. Desea que evitemos las calamidades y disfrutemos de una vida feliz. Como explica la Biblia, servir a Dios “encierra promesa de la vida de ahora” y también “de la que ha de venir”, es decir, “la vida que realmente lo es”: la vida eterna en el nuevo mundo que él ha prometido (Isaías 48:17, 18; 1 Timoteo 4:8; 6:19).
Comparemos los beneficios de seguir los principios bíblicos con las penalidades que antes o después sobrevienen a los que no los siguen, y veremos que quienes escuchan a Dios y se granjean su favor llevan el mejor modo de vida que existe. De hecho, él promete: “En cuanto al que me escucha, él residirá en seguridad y estará libre del disturbio que se debe al pavor de la calamidad” (Proverbios 1:33).
Una sociedad moralmente recta
La Biblia dice que cuando este mundo pase, “el inicuo ya no será”. También asegura: “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella” (Salmo 37:10, 11; Proverbios 2:20-22). De modo que Dios va a acabar con toda la inmoralidad de este mundo, lo que incluye a las personas que se niegan a seguir Sus sanas enseñanzas. Después de eso, quienes aman al Creador convertirán gradualmente toda la Tierra en un paraíso parecido a aquel en el que Dios puso a nuestros primeros padres (Génesis 2:7-9).
Piense en lo placentero que será vivir en un planeta de belleza paradisíaca y libre de toda corrupción. Entre quienes tendrán ese privilegio estarán los miles de millones de personas que resucitarán. Imagínese la alegría de ver cumplirse estas promesas divinas: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”. “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Salmo 37:29; Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4.)

Por qué reina la desesperanza


Por qué reina la desesperanza
En todo el mundo, cambios alarmantes provocan el temor al futuro. Cada vez más ciudades instalan cámaras de vigilancia en sus calles. Por miedo al terrorismo, los grandes aeropuertos se han convertido en una especie de campamentos militares. En Internet aumentan los ladrones y pedófilos que acechan a sus desprevenidas víctimas. Además, la vida en nuestro planeta se ve amenazada por la contaminación, la deforestación, la extinción de especies y el calentamiento global.
LO QUE parecía impensable hace dos o tres generaciones ahora agobia a la humanidad. No es de extrañar que muchos se pregunten qué le sucede a este mundo y qué les deparará el futuro a ellos mismos y a sus familias. ¿Llegará el día en que, por miedo, nadie quiera subirse a un autobús, a un tren o a un avión? Con los recursos del planeta cada vez más diezmados y los precios en alza, ¿podrán las generaciones futuras obtener buena atención médica, comida sana y combustible suficiente?
“El futuro se presenta muy, muy tenebroso”, se lamentó un ministro de salud canadiense, refiriéndose a los elevados costos de la sanidad pública. Saltan también las alarmas en cuanto a los alimentos y el combustible. ¿La razón? Con la idea de ser menos dependientes de los combustibles fósiles, algunos países están invirtiendo grandes capitales en biocombustibles, como el etanol, que se elabora a partir de plantas. Por primera vez en la historia, el estómago humano compite con el tanque del automóvil por los productos de la tierra. De hecho, ya se ha visto un aumento en los precios de los alimentos.
Mientras tanto, se agranda el abismo entre ricos y pobres, lo que suscita tensiones sociales. “En esta primera década del siglo XXI, enormes avances en el bienestar humano coexisten con privaciones extremas”, dice un informe de la Organización Mundial de la Salud. Y añade que en algunos de los países más pobres, “la esperanza de vida ha caído a la mitad respecto a los países más ricos”. Las causas principales son las enfermedades y el caos económico y social que reina en los estados desestructurados.
Si a esto le sumamos la amenaza del calentamiento global —que contribuye a la desertización y a los fenómenos climatológicos extremos—, no es de extrañar que muchas personas bien informadas le teman al futuro. El Bulletin of the Atomic Scientists —equipo de investigadores que regula el llamado reloj del fin del mundo— vaticinó un futuro sombrío, “pues los científicos siguen observando efectos en cascada [producidos por el calentamiento global] en los complejos ecosistemas de la Tierra”.
¿Será el mañana tan sombrío como parece? ¿Está nuestra esperanza de un futuro mejor en manos de los empresarios, políticos, religiosos y científicos? “¿Qué otra opción nos queda? —argumentan algunos—. Solos nos hemos metido en este enredo, y solos tendremos que salir de él.” Otros opinan que el ser humano carece de la capacidad para encontrar una solución y que nuestra única esperanza está en manos de Dios. Si así es, ¿qué garantía tenemos de que el Creador se interesa por nosotros y de que nos librará de nuestras propias manos? El próximo artículo abordará estas cuestiones.

lunes, 4 de octubre de 2010

El Armagedón: la guerra de Dios que acabará con todas las guerras


El Armagedón: la guerra de Dios que acabará con todas las guerras
“Consideran que matar a un semejante es un acto atroz. Para ellos, la guerra es algo tan incomprensible y repugnante que ni siquiera existe la palabra en su idioma.” (COMENTARIO DEL EXPLORADOR NORUEGO FRIDTJOF NANSEN SOBRE LOS INUIT DE GROENLANDIA [1888])
¿A QUIÉN no le gustaría vivir en una sociedad en la que la guerra fuese algo “incomprensible y repugnante”? ¿Quién no sueña con un mundo en el que ni siquiera exista la palabra guerra porque tal concepto sea totalmente desconocido? La posibilidad de que llegue a haber un mundo así puede parecer inconcebible, especialmente si dependiera del hombre.
Pero en el libro profético de Isaías, Dios mismo promete crear un mundo así: “Tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra” (Isaías 2:4).
Está claro que el mundo de hoy, con unas veinte guerras en marcha y 20.000.000 de soldados en servicio activo, tendría que cambiar muchísimo para que se cumpliera esa promesa. No debería extrañarnos, pues, que el Dios todopoderoso, Jehová, tenga que intervenir en los asuntos humanos. Esta intervención por parte de Jehová culminará en lo que la Biblia llama Armagedón (Revelación [Apocalipsis] 16:14, 16).
Aunque últimamente se ha estado utilizando el término Armagedón para referirse a una conflagración nuclear a escala mundial, la Enciclopedia Hispánica lo define así: “Lugar donde se congregarán las fuerzas del bien y del mal para librar la batalla final del gran día de Dios todopoderoso”. ¿Vencerá finalmente el bien sobre el mal, o es esa batalla una simple fantasía?
Resulta consolador saber que la Biblia menciona repetidas veces el fin de la iniquidad, es decir, la maldad. Por ejemplo, en el libro de los Salmos dice: “Los pecadores serán acabados de sobre la tierra; y en cuanto a los inicuos, ya no serán” (Salmo 104:35). Y en el de Proverbios añade: “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella” (Proverbios 2:21, 22).
La Biblia también explica con claridad que los malvados no renunciarán a su poder por las buenas; de ahí la necesidad de un acto contundente por parte de Dios que ponga fin a todo lo malo, incluidas las guerras (Salmo 2:2). Como veremos a continuación, el nombre que la Biblia da a este conflicto sin igual —Armagedón— es de particular interés.

La vida en un paraíso restaurado


La vida en un paraíso restaurado
JESÚS estaba convencido de que los hombres podían volver a vivir, y se lo confirmó a sus discípulos diciéndoles: “En la re-creación, [...] heredará[n] la vida eterna”. ¿A qué se refirió con la expresión “en la re-creación”? (Mateo 19:25-29.)
Según el relato paralelo del Evangelio de Lucas, Jesús mencionó que “en el sistema de cosas venidero”, sus discípulos recibirían “vida eterna” (Lucas 18:28-30). ¿Por qué se equipara “el sistema de cosas venidero” con “la re-creación”?
Seguramente para destacar que Jehová Dios se encargará de que se cumpla su propósito original, es decir, que la humanidad viva para siempre en un paraíso en la Tierra. El ser humano recuperará la perfección que Adán y Eva tuvieron antes de pecar. De modo que “en el sistema de cosas venidero” tendrá lugar “la re-creación” de las condiciones paradisíacas del jardín de Edén.
Cómo se restaurará el Paraíso
Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar, señaló el medio que Dios emplearía para reinstaurar las condiciones justas en todo el planeta. ¿Cuál es? Dijo él: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:10). Dios designó a su Hijo para que fuera Rey de este Reino, el cual se encargará de realizar el propósito divino de que la Tierra entera sea un paraíso.
Tocante a Aquel a quien Dios ha nombrado Rey, la Biblia dice: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará [...] Príncipe de Paz. De la abundancia del regir principesco y de la paz no habrá fin” (Isaías 9:6, 7). Pero ¿cómo se efectuará la voluntad de Dios mediante este “regir principesco”?
La Biblia da la respuesta: “En los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino [el regir principesco] que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos” (Daniel 2:44).
Veamos las condiciones que habrá en el Paraíso restaurado, es decir, “en la re-creación”, cuando el Hijo de Dios gobierne como Príncipe en el Reino de su Padre.
La vida en el Paraíso
La resurrección de los muertos
“Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán.” (Juan 5:28, 29.)
“Va a haber resurrección así de justos como de injustos.” (Hechos 24:15.)
Liberación de la enfermedad, la vejez y la muerte
“En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos mismos de los sordos serán destapados. En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo, y la lengua del mudo clamará con alegría.” (Isaías 35:5, 6.)
“Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4.)
Abundancia de alimentos sabrosos
“La tierra misma ciertamente dará su producto; Dios, nuestro Dios, nos bendecirá.” (Salmo 67:6.)
“Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.” (Salmo 72:16.)
Hogares y trabajo dignos para todos
“Ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá.” (Isaías 65:21, 22.)
Abolición de las guerras, el delito y la violencia
“En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra.” (Proverbios 2:22.)
“Tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” (Isaías 2:4.)
Sin temor y en paz
“Realmente morarán en seguridad, sin nadie que las haga temblar.” (Ezequiel 34:28.)
“No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar.” (Isaías 11:9.)
Será un auténtico placer vivir cuando tales condiciones llenen la Tierra, cuando todos amen a Dios y al prójimo (Mateo 22:37-39). Podemos estar seguros de que la totalidad de las promesas de Dios se cumplirán entonces, pues él dice: “Lo he hablado [...], también lo haré” (Isaías 46:11).
Quizás haya muchas cosas que usted aún tenga que aprender sobre Jehová Dios y su prometido nuevo mundo. Por ejemplo, ¿qué pruebas hay de que este nuevo mundo está cerca? ¿Cómo reemplazará el Reino de Dios a los gobiernos de la Tierra? Y ¿qué acontecimientos llevarán a este desenlace? Los testigos de Jehová estaremos encantados de ayudarle a encontrar las respuestas (para más información, véase la página 32).
Los muchos años que lleva la humanidad anhelando un mundo de justicia tocan a su fin. Para la gran mayoría de los seres humanos que han fallecido, la muerte no es el final de todo. Volver a la vida no solo es posible, sino que es la voluntad de Dios. Sí, hay vida después de la muerte: “la vida de verdad”, la vida “que ha de venir” (1 Timoteo 4:8; 6:19, Nuevo Testamento, de José María Valverde).

¿Cómo resistir la tentación?


Los jóvenes preguntan
¿Cómo resistir la tentación?
▪ Karen no lleva mucho tiempo en la fiesta cuando ve que dos chicos entran de nuevo con varias bolsas. No es ningún secreto lo que traen dentro. Ya les había oído decir que habría alcohol para todo el mundo en esta fiesta. Karen, por supuesto, no les mencionó nada a sus padres. Se decía a sí misma que los muchachos solo bromeaban. Al fin y al cabo, se suponía que en algún lugar de la casa habría adultos.
De repente, oye una voz conocida detrás de ella: “¿Qué haces aquí parada, aguafiestas?”. Cuando Karen mira hacia atrás, su amiga Jessica, que tiene dos botellas de cerveza, le ofrece una y le dice: “No me vengas ahora con que no vas a divertirte un poco”.
Karen no quisiera aceptarla, pues ya ha estado tomando algo de cerveza; pero la verdad es que la presión es mucha. Jessica es una buena chica y además es su amiga, y no quiere quedar como una aguafiestas delante de ella. “Solamente es cerveza —piensa—. No es como tomar drogas o tener sexo.”
CUANDO uno es joven se enfrenta a diversas tentaciones. Muchas veces tienen que ver con las personas del sexo opuesto. Por ejemplo, un muchacho de 17 años llamado Ramón comenta: “Mis compañeras de clase son muy insistentes”. Y añade: “Les gusta tocarte y ver hasta dónde pueden llegar contigo. ¡No te las puedes quitar de encima!”. A Diana, que también tiene 17 años, le pasa algo similar: “Un muchacho se me acercó y me echó su brazo sobre el hombro —cuenta—. Le di un empujón y le dije: ‘¿Qué estás haciendo? ¡Ni siquiera te conozco!’”.
Puede que tú también te topes con tentaciones, y quizá parezca que la presión nunca termina. Cierto cristiano se lamenta así: “La tentación es como si alguien llamara a tu puerta una y otra vez sin hacerle caso al letrero de ‘No molestar’”. Y a ti, ¿“te llaman a la puerta” con demasiada frecuencia? Marca lo que más te tiente de las siguientes opciones.
□ Fumar
□ Tomar bebidas alcohólicas
□ Consumir drogas
□ Ver pornografía
□ Tener relaciones inmorales
□ Otras cosas …………………………

¿Es imposible frenar la delincuencia?


¿Es imposible frenar la delincuencia?
▪ Un estudiante con problemas mentales y armado hasta los dientes masacra a compañeros y profesores en su escuela.
▪ Una niñita es raptada, y sus padres viven momentos de angustia inenarrable.
▪ Un adolescente confiesa que mató a una persona sólo por diversión y que mostró el cadáver a unos amigos, quienes guardaron el secreto por varias semanas.
▪ A través de internet, un depredador sexual intercambia trucos con otros pederastas sobre cómo seducir niños.
ESTO es solo una muestra de los atroces delitos que son noticia hoy día. ¿Se siente usted seguro en su barrio, sobre todo de noche? ¿Han sido usted o su familia víctimas de la delincuencia? Millones de personas en todo el globo —incluso en países que tenían fama de ser bastante seguros— viven en constante temor a causa del delito y la violencia. Demos un rápido vistazo al mundo.
JAPÓN. Según el Asia Times, “Japón se contaba entre los países más seguros del planeta [...]; ahora, la valiosa sensación de seguridad ciudadana parece ser cosa del pasado, y el sentimiento de seguridad nacional ha sido sustituido por una profunda inquietud ante el crimen y el terrorismo mundial”.
LATINOAMÉRICA. Según un reportaje publicado en 2006, varias personalidades de Brasil predicen una guerra de guerrillas en São Paulo. Los episodios de violencia que se registraron en la ciudad durante algunas semanas llevaron al presidente del país a ordenar el despliegue del ejército. En México y en Centroamérica, “la presencia de por lo menos 50.000 pandilleros juveniles [...] tiene en alerta a las autoridades de la región”, informa Tiempos del Mundo. Y añade: “Solo en el año 2005, alrededor de 15.000 personas fallecieron a manos de las pandillas juveniles en El Salvador, Honduras y Guatemala”.
CANADÁ. “Los criminalistas señalan el vertiginoso aumento de las bandas en el país —dijo el USA Today en 2006—. La policía [...] ha contabilizado 73 bandas callejeras en Toronto.” El jefe de policía de la ciudad reconoció que no existe una solución sencilla a la creciente cultura del gansterismo urbano.
SUDÁFRICA. El investigador criminal Patrick Burton declaró al Financial Mail que “el temor a la delincuencia está presente en todo aspecto de la vida de los jóvenes sudafricanos”. Destacan “los delitos violentos, como el robo agravado por el uso de armas, el secuestro y el atraco a bancos”.
FRANCIA. Muchos residentes de barrios de viviendas subsidiadas por el Estado son presas del terror diariamente cuando “suben por escaleras destruidas por vándalos, entran en estacionamientos que se han vuelto zonas prohibidas o utilizan el transporte público, que se torna peligroso al anochecer” (Guardian Weekly).
ESTADOS UNIDOS. Las bandas organizadas se suman a la ola criminal. Según el New York Times, una encuesta policial reveló que en un estado en particular, unos diecisiete mil jóvenes de ambos sexos pertenecen a alguna de las aproximadamente setecientas bandas que existen. Esta cifra representa un aumento de cerca de diez mil en tan solo cuatro años.
GRAN BRETAÑA. Comentando un informe del UNICEF sobre el efecto de la criminalidad en los niños, el Times de Londres observó: “El número de chicos británicos que son asesinados a tiros va en aumento. [...] Tanto las víctimas como los autores de delitos con armas de fuego son cada vez más jóvenes”. La población carcelaria de Inglaterra y Gales se ha disparado hasta alcanzar casi los ochenta mil presos.
KENIA. Unos asaltantes dispararon contra una mujer y su hija en una transitada calle porque tardaron en salir de su vehículo. Nairobi, la capital, es notoria por la diversidad de delitos que allí se cometen, entre ellos el asalto a conductores para robarles el coche, los atracos y la invasión violenta de casas.
¿Es imposible frenar la delincuencia? ¿Cuál es la verdadera causa de este fenómeno? ¿Podrá un día la gente vivir en paz y seguridad? Encontrará las respuestas en el siguiente artículo.

domingo, 26 de septiembre de 2010

¿Cómo puedo sobrellevar mi enfermedad?


Los jóvenes preguntan
¿Cómo puedo sobrellevar mi enfermedad?
“LA FUERZA es el orgullo de los jóvenes”, declara Proverbios 20:29 (Biblia de América). Si estás enfermo o incapacitado, tal vez pienses que este texto no tiene nada que ver contigo, pero te equivocas. Lo cierto es que muchos jóvenes con discapacidades y enfermedades crónicas han logrado superar obstáculos enormes. ¡Despertad! ha entrevistado a cuatro de estos jóvenes.
Hiroki, que es japonés, sufre parálisis cerebral desde que nació. “Los músculos del cuello no me permiten mantener la cabeza levantada, y mis manos hacen justo lo contrario de lo que yo quisiera —explica—. Dependo por completo de la ayuda de los demás.”
Natalie y su hermano James, de Sudáfrica, nacieron con un tipo de enanismo poco común. Natalie padece además escoliosis, una deformidad de la columna vertebral. Ella cuenta: “Ya he pasado por cuatro operaciones de columna, y debido a la curvatura de esta, tengo los pulmones débiles”.
A Timothy, de Gran Bretaña, le diagnosticaron síndrome de fatiga crónica cuando tenía 17 años. “En menos de dos meses —relata— pasé de estar sano y activo a sentirme tan débil que las piernas no me sostenían.”
Danielle, que es australiana, descubrió que tenía diabetes a los 19 años. Ella hace el siguiente comentario: “Como la mía no es una enfermedad visible, algunas personas no se dan cuenta de su gravedad. Lo cierto es que la diabetes podría matarme”.
Si padeces algún tipo de enfermedad o discapacidad, las siguientes palabras de Hiroki, Natalie, Timothy y Danielle sin duda te animarán. Y si gozas de buena salud, sus comentarios tal vez te ayuden a ser más comprensivo con quienes tienen que sobrellevar enfermedades o discapacidades.

La violencia contra la mujer, un problema mundial


La violencia contra la mujer, un problema mundial
EN 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con el objetivo de sensibilizar a la opinión pública ante las violaciones de los derechos femeninos. ¿Por qué se vio necesaria esta medida?
Debido a prejuicios machistas hondamente arraigados, en muchas culturas se considera a la mujer una persona de segunda clase y se la trata como tal. La violencia de género en todas sus manifestaciones es un problema constante, incluso en el mundo industrializado. Según el ex secretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan, “la violencia contra la mujer tiene un alcance mundial y se presenta en todas las sociedades y culturas, afectando a la mujer sin importar su raza, etnia, origen social, riqueza, nacionalidad o [...] condición”.
Radhika Coomaraswamy, ex relatora especial sobre la violencia contra la mujer de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, comenta que para la gran mayoría de las mujeres, la violencia de género es “una cuestión tabú, que resulta invisible en la sociedad y es un hecho vergonzoso”. Una institución radicada en Holanda, especializada en victimología, indica que el 23% de las mujeres de un país sudamericano, o casi 1 de cada 4, es objeto de algún tipo de violencia doméstica. Asimismo, el Consejo de Europa calcula que 1 de cada 4 europeas es víctima de maltratos en el entorno familiar durante su vida. Según el Ministerio del Interior británico, en un año reciente fueron asesinadas en Inglaterra y Gales dos mujeres por semana como promedio a manos de sus actuales o anteriores parejas. Y la revista India Today International dice que “para las mujeres indias, el miedo es su inseparable compañero y la violación es el extraño con el que tal vez se topen a la vuelta de cualquier esquina, en cualquier calle o lugar público y a cualquier hora del día”. Amnistía Internacional califica la violencia contra las mujeres y las niñas como “la violación de los derechos humanos más generalizada” de la actualidad.

La vida y el ministerio de Jesús


La vida y el ministerio de Jesús
Compasión para los afligidos
DESPUÉS de denunciar a los fariseos por sus tradiciones egoístas, Jesús parte con sus discípulos. Usted quizás recuerde que poco tiempo antes las muchedumbres que buscaban a Jesús y a sus discípulos impidieron que Jesús se apartara de ellas para descansar un poco. Ahora él se dirige con sus discípulos hacia las regiones de Tiro y Sidón, muchos kilómetros al norte. Parece que ese es el único viaje que Jesús hace con sus discípulos fuera de las fronteras de Israel.
Después de hallar una casa donde alojarse, Jesús dice que no desea que nadie sepa dónde están. Sin embargo, ni en ese territorio no israelita escapa de la atención de algunos. Una griega, nacida allí en Fenicia de Siria, lo encuentra y empieza a suplicar: “Ten misericordia de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija está terriblemente endemoniada”. Sin embargo, Jesús no responde; no dice ni una palabra.
Con el tiempo, los discípulos dicen a Jesús: “Despídela; porque sigue clamando tras nosotros”.
Jesús explica por qué no le hace caso: “No fui enviado a nadie aparte de las ovejas perdidas de la casa de Israel”.
Sin embargo, la mujer no cede. Se acerca a Jesús, se postra ante él, y suplica: “¡Señor, ayúdame!”.
¡Cómo debe haberse conmovido el corazón de Jesús ante la súplica sincera de aquella mujer! Sin embargo, de nuevo señala a lo que era su responsabilidad primordial: ministrar al pueblo de Dios, Israel. Al mismo tiempo, al parecer para probar la fe de ella, recurre a un punto de vista judío de prejuicio en cuanto a personas de otras nacionalidades, y dice: “No es correcto tomar el pan de los hijos y echarlo a los perritos”.
Por la compasión en el tono de la voz y en su expresión facial, de seguro Jesús revela su propia ternura para con los no judíos. Hasta suaviza la comparación de los gentiles con perros —una que evidenciaba prejuicio por parte de los judíos— al llamarlos “perritos”. En vez de ofenderse, la mujer utiliza la referencia de Jesús a los prejuicios judíos y presenta la humilde observación: “Sí, Señor; pero en realidad los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos”.
“Oh mujer, grande es tu fe —contesta Jesús—; que te suceda según deseas.” ¡Y lo que ella desea se realiza! Cuando regresa a su hogar, halla completamente sanada a su hija en la cama.
Desde la región costanera de Sidón, Jesús y sus discípulos van a campo traviesa hacia las cabeceras del río Jordán. Aparentemente cruzan el Jordán por algún lugar más arriba del mar de Galilea y entran en la región de la Decápolis, al este del mar. Allí suben a una montaña, pero las muchedumbres los encuentran y le llevan a Jesús cojos, lisiados, ciegos y sordos, y muchas otras personas a quienes afligen otras enfermedades y deformidades. Casi arrojan a estas personas a los pies de Jesús, y él las cura. Al ver que los mudos hablan, los cojos andan y los ciegos ven, la gente, asombrada, alaba al Dios de Israel.
Jesús da atención especial a un hombre que no puede oír y casi no puede hablar. Por lo general los sordos se desconciertan con facilidad, especialmente rodeados de una muchedumbre. Quizás Jesús nota la nerviosidad particular de este hombre. Por eso, compadeciéndose de él, lo aparta de la muchedumbre y trata con él en privado. Cuando están solos, indica lo que va a hacer. Pone los dedos en los oídos del hombre y, después de escupir, le toca la lengua. Entonces Jesús, mirando al cielo, suspira profundamente y dice: “Sé abierto”. Ahora el hombre puede oír, y puede hablar normalmente.
Cuando Jesús ha ejecutado todas estas curaciones, las muchedumbres responden con aprecio: “Todas las cosas las ha hecho bien. Hasta a los sordos hace oír y a los mudos hablar”. (Mateo 15:21-31; Marcos 7:24-37.)

¿Puede la religión darnos lo que necesitamos?


¿Puede la religión darnos lo que necesitamos?
¿QUÉ hemos de comer? ¿Qué hemos de beber? ¿Qué hemos de ponernos? Estas son preguntas de urgencia, especialmente cuando se nos hace difícil conseguir las necesidades básicas de la vida. Sin embargo, note lo que Jesucristo dijo: “Dejen de inquietarse respecto a su alma en cuanto a qué comerán o qué beberán, o respecto a su cuerpo en cuanto a qué se pondrán”. (Mateo 6:25.) ¿Le parece extraño eso? Después de todo, si alguien carece de alimento, ropa y abrigo, lo que necesita es ayuda práctica, no lo que se pudiera ver como un insustancial sermón religioso.
No era que Jesús no se compadeciera de la gente; tampoco trataba de evadir la cuestión. Estaba bien al tanto de lo que la gente necesitaba. Pero también sabía que existía un peligro muy real. Cuando es asunto de satisfacer nuestras necesidades, tendemos a hacer de lo material el centro de la vida, y dar poca importancia a Dios. Por lo tanto, tenemos que colocar las cosas en orden de importancia.
Haremos eso bien si seguimos este consejo de Jesús: “Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios, y todas estas otras cosas les serán añadidas”. (Mateo 6:33.) Si seguimos ese consejo, la religión —la religión verdadera que tiene fundamento bíblico— puede darnos lo que necesitamos.
Sin embargo, Jesús no fue tan poco realista como para sugerir que con solo hacernos sus discípulos y seguir sus enseñanzas religiosas veríamos resueltos inmediatamente todos nuestros problemas; tampoco quiso decir que bastaría con que sus discípulos se sentaran a esperar que Dios les proveyera milagrosamente lo que necesitaran. ¡Todo el mundo se haría cristiano si eso significara que uno se libraría instantáneamente de todos los problemas de la vida! Lo que sí quiso decir Jesús fue que su Padre, Jehová Dios, provee todo lo necesario para la satisfacción de todas nuestras necesidades. Por eso también dijo: “Su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas”. (Mateo 6:32.)
Jehová también nos da lo que necesitamos en sentido espiritual, algo de gran importancia. Mediante las Sagradas Escrituras nos ha suministrado guía inspirada para que nuestra vida tenga la mejor dirección posible. (Isaías 48:17.) Dios ha establecido una asociación de adoradores que nos suple apoyo cuando lo precisamos. (Hechos 4:34.) También ayuda a sus siervos con su espíritu santo o fuerza activa. (Lucas 11:13; Gálatas 5:22-25.) Además, se ha propuesto restaurar el Paraíso en la Tierra. (Lucas 23:43; Revelación 21:1-4.)

Un jovencito alaba a Jehová


Un jovencito alaba a Jehová
CUANDO los jóvenes tienen el deseo intenso de servir a Jehová, encuentran muchas oportunidades para testificar. Esto se vio en la experiencia de un niño de cinco años en Kenia occidental. (Eclesiastés 12:1.)
Su madre le preguntó: “¿Qué quieres ser cuando crezcas?”. Él había observado a un precursor especial que servía en la congregación, y respondió: “Quiero ser precursor especial como el hermano F———”. La madre contestó: “Pero eso es imposible; tú ni siquiera puedes ser precursor regular, porque no conduces un estudio bíblico”. El niño preguntó: “Entonces, ¿qué puedo hacer?”. Su madre le sugirió que tratara de estudiar su ejemplar de Mi libro de historias bíblicas con los niños que jugaban con él.
El niñito de cinco años buscó su libro de Historias bíblicas y fue a visitar a sus amigos, y los invitó a estudiar la Biblia con él. ¿En qué resultó esto?
Él formó un grupo de diez jovencitos para estudiar con ellos. Usaba bien las ilustraciones, hacía muchas preguntas para saber si estaban entendiendo, y al fin del estudio hacía preguntas de repaso. Si no recordaban, consideraba de nuevo con ellos la información. ¡La madre explicó que realmente era un gozo ver a todos aquellos niños sentados en el suelo, enfrente de su casa, estudiando! Allí estaba su hijito de cinco años haciendo preguntas, y entonces todas las manos se alzaban para contestar.
Fue un regocijo también, tanto para la madre como para la congregación, cuando ocho de estos niños asistieron a las reuniones de la congregación. Los otros dos eran demasiado pequeños. Todo esto sucedió porque un niño de cinco años quiso alabar a Jehová y ayudar a otros.

Cómo criar a su hijo en la sabiduría divina


Cómo criar a su hijo en la sabiduría divina
PERSONAS pensadoras de muchas naciones y diferentes antecedentes reconocen que Jesús fue un maravilloso maestro y moralista. Pero ¿hubo ciertos factores de su crianza que contribuyeran a esto? ¿Qué lecciones pueden aprender de la vida familiar y crianza de Jesús los padres de hoy día?
La Biblia nos dice muy poco de la niñez de Jesús. Básicamente, sus primeros 12 años se resumen en dos versículos: “Entonces, cuando [José y María] hubieron llevado a cabo todas las cosas según la ley de Jehová, se volvieron a Galilea, a su propia ciudad de Nazaret. Y el niñito continuó creciendo y haciéndose fuerte, lleno como estaba de sabiduría, y el favor de Dios continuó sobre él”. (Lucas 2:39, 40.) Pero aquí hay lecciones que los padres pueden aprender.
El niñito “continuó creciendo y haciéndose fuerte”. Por lo tanto, sus padres cuidaban de él en sentido físico. Además, continuamente se ‘llenaba de sabiduría’. ¿De quién era la responsabilidad de enseñarle el conocimiento y entendimiento que serían la base de su sabiduría?
Bajo la Ley mosaica, sus padres tenían ese deber. La Ley decía a los padres israelitas: “Estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón; y tienes que inculcarlas en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes”. (Deuteronomio 6:6, 7.) El hecho de que Jesús continuó ‘llenándose de sabiduría’, y también de que “el favor de Dios continuó sobre él”, indica que José y María estaban obedeciendo este mandato.
Algunas personas quizás opinen que la crianza de Jesús, por ser un niño perfecto, no proporciona un patrón realista para criar a otros niños. Sin embargo, José y María no fueron perfectos. No obstante, evidentemente continuaron supliendo las necesidades físicas y espirituales de él a pesar de las presiones que conlleva criar a una familia que va creciendo. (Mateo 13:55, 56.) Además, Jesús, aunque perfecto, todavía tenía que pasar por la infancia, la niñez y la adolescencia hasta llegar a adulto. Sus padres tuvieron que hacer una gran labor formativa, y evidentemente la hicieron bien.

lunes, 6 de septiembre de 2010

El Paraíso... ¿tan solo una fantasía?



Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Hawai
EL CIELO azul y despejado, las playas cálidas y arenosas, las olas suaves y espumosas... ¿es así como usted se imagina un paraíso? Palmeras que se mueven suavemente en las cálidas brisas tropicales, montañas verdes como esmeraldas que ascienden hasta las nubes, estruendosas cascadas que se precipitan a estanques frescos y solitarios, coloridos arcos iris y espectaculares puestas de Sol... los cuadros mentales del paraíso a menudo se componen de estas cosas.
Por supuesto, una isla tropical quizás no sea lo que toda persona considere un paraíso. Cierta joven que se mudó a una isla del Pacífico dijo con anhelo: “Echo de menos los días frescos del otoño cuando los árboles resplandecen por su follaje otoñal. También echo de menos las noches tranquilas del invierno cuando todo está cubierto por una capa de nieve recién caída”.
Aunque las concepciones del paraíso varían, hay ciertas cosas que toda persona desearía. Una de estas es que sus seres amados estén allí junto con usted. Otra es el disfrutar de un sentido de paz y seguridad, sí, que las inquietudes de la vida actual sean removidas.
Pero ¿es realista creer que se puede hallar un paraíso hoy día? ¿Es la solución a esto el mudarse a una zona donde se pueda disfrutar de la hermosura de la naturaleza en alrededores no estropeados?
“El paraíso del Pacífico”
Aunque muchos lugares hermosos del mundo son, con buena razón, considerados por quienes los visitan como paradisíacos, Hawai es uno de los que permanecen en la lista de los lugares favoritos de la mayoría de las personas. Hoy día, más de cuatro millones de turistas visitan a Hawai cada año y se ha ganado el merecido nombre de “El paraíso del Pacífico”.
La mayoría de los visitantes quedan impresionados por lo que ven aquí... las imponentes y hermosas montañas, los acantilados y las cascadas; las cristalinas y azules aguas oceánicas y las playas de blancas arenas; la abundancia de flores y árboles frutales; el clima templado; y las amigables personas locales.
Cada una de las islas del archipiélago hawaiano tiene sus atracciones particulares. Por ejemplo, en Kauai, la “Isla jardín”, los visitantes pueden maravillarse con el “Gran cañón del Pacífico”, también conocido como el cañón Waimea. Oahu cuenta con la mundialmente famosa playa de Waikiki y “Diamond Head”. En Maui, el extraño y, no obstante, hermoso cráter del Haleakala es uno de los lugares favoritos para observar la salida del Sol. En la isla de Hawai, o la Isla Grande, es donde dos de los volcanes activos más grandes del mundo —Kilauea y Mauna Loa— hacen sus exhibiciones llameantes de vez en cuando. Aquí también encontrará las exóticas playas de arena negra. Dondequiera que usted mire habrá cosas asombrosas y hermosas que estimularán sus sentidos.
¡Pero un momento! Antes que usted se mude aquí con su familia y sus pertenencias considere esto: ¿Es Hawai verdaderamente todo lo que uno esperaría de un paraíso? Contando con su belleza natural y sus paisajes espectaculares, ¿es Hawai realmente lo que usted consideraría un paraíso?

¿Está usted en paz con su prójimo?



AMA a tu prójimo. Eso es lo que se nos ha dicho. Sin embargo, no siempre es fácil. Solo el mantener la paz ya es de por sí difícil. La música rock del vecino de al lado hace retemblar las paredes de su casa. Los hijos del vecino alborotan en el pasillo. En la calle, uno corre el riesgo de ser asaltado. Al conducir en la carretera, otro automóvil se le adelanta casi echándosele encima... si usted le toca el claxon, ¡hasta podrían darle un tiro! ¿Una exageración? Tal vez en algunos lugares, pero no en las grandes ciudades. Los suburbios y las zonas rurales tienen sus propios problemas que dificultan el amor al prójimo.
Gran parte de la tensión se origina de este sistema de cosas moderno dominado por la tecnología. El hacinamiento en las ciudades convierte a mucha gente en enemigos mortales. En las horas punta, el tráfico rodado avanza a paso de tortuga, mientras los conductores van que echan humo. La gente en las zonas rurales corre gritando tras las gallinas del vecino que se han metido en el jardín y se lo han arruinado. Los granjeros pierden hasta la camisa cuando una plaga de insectos inmune a los plaguicidas destruye sus cosechas. Y en todas partes las industrias arrojan al medio ambiente sustancias contaminantes. El aire se oscurece por causa de la polución, cae lluvia radiactiva, mueren los peces de los lagos y hasta el agua del subsuelo está contaminada por causa de los vertidos químicos tóxicos. La salud se deteriora y se pierden vidas.
De esta manera y de muchas otras se acumula la tensión en la vida de millones de personas mientras las emociones están a flor de piel, listas para explotar, y muy a menudo explotan. Muchos buscan una vía de escape dejándose arrastrar por búsquedas carnales. El materialismo egoísta, las juergas sociales, las drogas, los estilos pervertidos de vida... todo lo que contribuya a refugiarse en el culto del yoísmo. El amor de sí mismos puede más que el amor al prójimo, mientras la carne se sacia y el espíritu muere de inanición.
Y en los países más pobres, tanto la carne como el espíritu padecen inanición. Las revoluciones devastan la población, las enfermedades arrebatan vidas, el hambre cunde por el país, muere la esperanza, reina la desesperación.
No, en este sistema de cosas moderno no siempre es fácil amar al prójimo. Sin embargo, el amor al prójimo existe y hay muchas personas que disfrutan de paz con su prójimo.

¿Es la muerte el final de todo?


¿Es la muerte el final de todo?
EN FEBRERO de 1987, un anciano de 85 años decidió abandonar el tratamiento de diálisis que lo mantenía con vida. Murió tranquilamente en su hogar dos semanas después, acompañado de su único hijo.
Aquellos últimos días les permitieron conversar sobre un tema que habían tratado antes: “¿Es posible volver a vivir?”. El padre, un hombre culto y escéptico, que creía más bien en la evolución y a quien le repugnaba la hipocresía religiosa, se consideraba agnóstico, pues opinaba que la existencia de Dios escapa al entendimiento humano.
El hijo, deseoso de darle consuelo y esperanza, le mostró que volver a la vida no es un imposible. Al acercarse el momento final, el padre admitió que le agradaría vivir de nuevo disfrutando de vigor y salud.
Consuelo ante la muerte
Casi todo el mundo, si no todo, desearía volver a vivir con buena salud y vigor en un mundo donde reinara la paz. Los seres humanos no somos como los “animales irracionales”, que “se guían únicamente por el instinto” (2 Pedro 2:12; Nueva Versión Internacional). Enterramos a los muertos y planeamos el futuro. No queremos envejecer, enfermar ni morir, aunque no podemos evitar estas realidades de la vida.
Nos entristece pensar en la muerte, sea la nuestra o la de un ser querido. No obstante, la Biblia nos anima a afrontarla con valor, cuando dice: “Mejor es ir a la casa del duelo que ir a la casa del banquete [...]; y el que está vivo debe poner esto en su corazón” (Eclesiastés 7:2). ¿Por qué deberíamos ‘poner esto en el corazón’, es decir, reflexionar detenidamente sobre este asunto?
Tenemos el deseo innato de vivir en paz y seguridad. Encontramos repulsiva la idea de morir, de dejar de existir; aceptar la muerte nos resulta difícil, si no casi imposible. Y la Biblia da la razón al explicar que Dios “puso también la eternidad en la mente [o “en el corazón”] del hombre” (Eclesiastés 3:11; Sagrada Biblia, Agustín Magaña). Deseamos vivir, no morir. Pensemos: ¿sería tan fuerte el deseo si no hubiera sido la idea original del Creador que viviésemos para siempre? Entonces, ¿será posible disfrutar de una vida de infinita salud

martes, 24 de agosto de 2010

CREENCIAS ARAIGADAS


hoy en dia la gente tiene muchas creencias araigadas a su corazón ¿usted es una de ellas? la verdad hoy en dia mucha gente tiene creencias que no son basadas en la biblia si usted tiene alguna duda solo investigalo en tu biblia la idea de este blog es mostrarle a ala gente que luche por investigar a fondo si usted es una de ellas .

lunes, 23 de agosto de 2010

ARMAGEDON


La guerra que acabará con todas las guerras
El Armagedón logrará lo que ninguna otra guerra ha logrado: poner fin a las guerras. ¿Quién no anhela el día en que la guerra sea algo del pasado? No obstante, el hombre no ha sido capaz de erradicarla. Sus repetidos fracasos a este respecto sencillamente comprueban la veracidad de las palabras de Jeremías: “Bien sé yo, oh Jehová, que al hombre terrestre no le pertenece su camino. No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso” (Jeremías 10:23). En cuanto a lo que Jehová logrará, la Biblia promete: “Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego” (Salmo 46:8, 9).
Cuando las naciones usen sus armas mortíferas para pelear unas con otras y amenacen con destruir el ambiente, el Hacedor de la Tierra tomará medidas en el Armagedón bíblico (Revelación 11:18). Esta guerra logrará lo que los hombres temerosos de Dios de la antigüedad solo pudieron tener la esperanza de ver: la vindicación de la gobernación legítima del Dueño de la Tierra, Jehová Dios, sobre toda su creación.
De modo que el Armagedón no es algo que deban temer las personas amantes de la justicia; antes bien, suministra una base para tener esperanza. Esta guerra limpiará la Tierra de toda corrupción y maldad, y abrirá el camino para un justo nuevo sistema de cosas bajo el Reino mesiánico de Dios (Isaías 11:4, 5). En vez de ser un fin catastrófico y espantoso, el Armagedón marcará un feliz comienzo para los justos que vivirán para siempre en una Tierra paradisíaca (Salmo 37:29).

domingo, 11 de julio de 2010

El Reino de Dios pronto nos liberará


“Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (MAT. 6:10.)
EN EL Sermón del Monte, Jesucristo incluyó una oración modelo para sus discípulos que resume así su principal enseñanza: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mat. 6:9-13). Jesús viajó “de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, predicando y declarando las buenas nuevas del reino de Dios” (Luc. 8:1). Y les mandó a sus discípulos que siguieran “buscando primero el reino y la justicia de Dios” (Mat. 6:33). Al estudiar este artículo, busquemos maneras de usar la información en nuestro ministerio. Pensemos, por ejemplo, en cómo contestaríamos las siguientes preguntas: ¿Cuánta importancia tiene el mensaje del Reino? ¿Por qué necesita la humanidad que se la libere? ¿Y cómo nos liberará el Reino de Dios?
2 Jesús predijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14). El mensaje del Reino de Dios es muy importante; es el más importante que pueda haber. Por eso, unos siete millones de testigos de Jehová pertenecientes a más de cien mil congregaciones efectúan por todo el mundo una labor de evangelización sin precedentes y anuncian que el Reino ha sido establecido en los cielos. Esta es una buena noticia, pues significa que mediante este gobierno Dios va a tomar pleno control del planeta. Bajo el Reino, la voluntad de Jehová se hará en la Tierra tal como se hace en el cielo.
3 ¿Qué hará Jehová por los seres humanos cuando su voluntad se efectúe en la Tierra? “Limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor.” (Rev. 21:4.) Nadie enfermará ni morirá debido al pecado heredado y la imperfección. Los muertos que están en la memoria de Dios tendrán la oportunidad de vivir para siempre, ya que la Biblia promete: “Va a haber resurrección así de justos como de injustos” (Hech. 24:15). Desaparecerán las guerras, las enfermedades y el hambre, y el planeta se transformará en un paraíso. Hasta los animales que hoy son peligrosos vivirán en paz con el hombre y entre sí (Sal. 46:9; 72:16; Isa. 11:6-9; 33:24; Luc. 23:43).
4 En vista de tan maravillosas condiciones, no sorprende que una profecía bíblica se refiera a la vida bajo el Reino en estos términos tan alentadores: “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. Pero ¿qué les pasará a quienes causan problemas? La profecía señala: “Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será”. Únicamente ‘los que esperan en Jehová poseerán la tierra’ (Sal. 37:9-11).
5 No obstante, para que todo esto suceda, debe desaparecer este mundo con sus divisivos sistemas políticos, religiosos y económicos. Y de eso precisamente se encargará el Reino de Dios. El profeta Daniel predijo por inspiración: “En los días de aquellos reyes [los gobiernos actuales] el Dios del cielo establecerá un reino [celestial] que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos” (Dan. 2:44). Entonces habrá “nuevos cielos” (el nuevo gobierno celestial de Dios) que reinarán sobre “una nueva tierra” (la nueva sociedad terrestre) y “en estos la justicia habrá de morar” (

El propósito de Dios para la Tierra


Jehová Dios jamás quiso que la Tierra se maltratara y se contaminara, como ocurre en la actualidad. Más bien, cuando creó a Adán y Eva, la primera pareja humana, les dio un bonito jardín donde vivir. Por supuesto, el Paraíso, su hogar, no se habría mantenido hermoso por sí solo. Dios les encargó que ‘lo cultivaran y lo cuidaran’ (Génesis 2:8, 9, 15). Ese fue el agradable y satisfactorio trabajo que recibieron nuestros primeros padres cuando aún eran perfectos.
Pero el propósito de Dios incluía mucho más que cuidar de aquel jardín original: él quería que toda la Tierra llegara a ser un paraíso. Por eso, les dio este mandato a Adán y Eva: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra” (Génesis 1:28).
Lamentablemente, el propósito divino se enfrentó a la oposición de un ángel orgulloso a quien se le llegó a conocer como Satanás. Este deseaba que Adán y Eva lo adoraran. Sirviéndose de una serpiente como portavoz, Satanás logró que se rebelaran contra la gobernación de Dios (Génesis 3:1-6; Revelación [Apocalipsis] 12:9). ¡Cuánto debió dolerle a nuestro Creador que fueran tan egoístas y desagradecidos! Pero lo que aquella rebelión no pudo cambiar fue el propósito de Dios para la Tierra, pues él dijo: “Así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado, y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado” (Isaías 55:11).
Existen razones muy poderosas por las que Jehová ha permitido que la rebelión de Satanás continúe hasta nuestros días. En todo este tiempo, la humanidad ha tenido la oportunidad de probar muchas formas de gobierno, y los resultados han demostrado que la independencia de Dios, promovida por Satanás, es un completo fracaso (Jeremías 10:23).
Con todo, durante los miles de años que han transcurrido, Dios ha bendecido a la humanidad de varias maneras. Por ejemplo, ha favorecido a determinadas personas justas. También ha preservado en la Biblia un registro de las consecuencias tanto de ser obedientes como de rechazar las normas divinas. Además, Jehová ha hecho obras maravillosas para beneficio nuestro en el futuro. En su amor, ha suministrado a la humanidad un Salvador, enviando a su amado Hijo Jesucristo para que nos enseñara el mejor modo de vivir y diera su vida por nosotros (Juan 3:16). Puesto que Jesús no merecía morir, su muerte proporcionó la base legal para que Dios recomprara lo que Adán y Eva habían perdido, a saber, la posibilidad de vivir eternamente en una Tierra paradisíaca. Con este fin, Jehová Dios ha instaurado un Reino celestial para gobernar a toda la humanidad y ha nombrado a su Hijo, Jesucristo resucitado, como Rey de ese Reino. Este maravilloso gobierno logrará que el propósito de Dios para la Tierra se haga realidad (Mateo 6:9, 10).
Por tanto, usted puede confiar plenamente en estas promesas bíblicas: “Los malhechores mismos serán cortados, pero los que esperan en Jehová son los que poseerán la tierra. Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”. “‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado’. Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: ‘¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas’.” (Salmo 37:9, 29; Revelación 21:3-5.)

Acérquese a Dios Aquel que puede devolver la vida


¿HA PERDIDO usted a algún ser querido? En ese caso, ha tenido una de las experiencias más desgarradoras de la vida. Nuestro Creador comprende el dolor que siente y, lo que es más, puede corregir los estragos de la muerte. En la Biblia, Dios nos ha dejado constancia de resurrecciones del pasado para demostrar que no solo es Aquel que da la vida, sino también Aquel que puede devolverla. Examinemos una de las resurrecciones efectuadas por Jesucristo gracias al poder que su Padre le otorgó. El relato de este milagro lo hallamos en Lucas 7:11-15.
En el año 31 de nuestra era, Jesús viajó a la población galilea de Naín (versículo 11). Probablemente ya estaba anocheciendo cuando llegó a las afueras de la ciudad. La Biblia dice: “Al acercarse él a la puerta de la ciudad, pues ¡mira!, sacaban a un muerto, el hijo unigénito de su madre. Además, ella era viuda. También estaba con ella una muchedumbre bastante numerosa de la ciudad” (versículo 12). ¿Se imagina usted el dolor de aquella madre? Con la muerte de su único hijo, se veía privada por segunda vez de alguien que podría cuidarla y protegerla.
Jesús fijó su atención en la desconsolada madre, que posiblemente caminaba junto al féretro de su hijo. El relato continúa diciendo: “Cuando el Señor alcanzó a verla, se enterneció por ella, y le dijo: ‘Deja de llorar’” (versículo 13). La angustiosa situación de aquella viuda conmovió profundamente a Jesús. Puede que pensara en su propia madre, quien probablemente había enviudado para entonces y que pronto también estaría de duelo por él.
Jesús se acercó, aunque no con la intención de sumarse al cortejo fúnebre. Con un ademán de autoridad “tocó el féretro”, y la muchedumbre se detuvo. Entonces, con la voz de quien ha recibido poder sobre la muerte, dijo: “‘Joven, yo te digo: ¡Levántate!’. Y el muerto se incorporó y comenzó a hablar, y él lo dio a su madre” (versículos 14, 15). Aquel joven había dejado de pertenecer a su madre cuando la muerte se lo arrebató. Pero cuando Jesús “lo dio a su madre”, volvieron a ser una familia. Las lágrimas de dolor de aquella viuda se tornaron en lágrimas de inmensa alegría.
¿Anhela usted sentir esa misma alegría, cuando se reencuentre con sus seres amados? No dude ni por un instante que Dios quiere que así sea. La compasión de Jesús por aquella viuda no fue sino el reflejo de la propia compasión de Dios, pues Jesús imita a la perfección la personalidad de su Padre (Juan 14:9). La Biblia nos enseña que Dios desea intensamente devolver a la vida a los muertos que están en su memoria (Job 14:14, 15). Su Palabra nos da una esperanza maravillosa, la de vivir en un paraíso en la Tierra y ver la resurrección de nuestros seres queridos (Lucas 23:43; Juan 5:28, 29). Le animamos a conocer mejor a Jehová, aquel que tiene el poder de devolver la vida, y a descubrir cómo hacer suya la esperanza de la resurrección.

¿Se beneficiará usted del rescate de Cristo?


El apóstol Juan escribió lo siguiente respecto al gran alcance de los beneficios que produciría el rescate de Cristo: “[Jesucristo] es un sacrificio propiciatorio por nuestros pecados, pero no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2). Sus palabras muestran claramente que el rescate se ofrece a toda la humanidad. Ahora bien, ¿significa eso que todas las personas se beneficiarán automáticamente de esta dádiva inestimable? En realidad, no. Recuerde el accidente mencionado en el artículo anterior. Los rescatistas que trataban de ayudar a los mineros les hicieron llegar una jaula, pero todos y cada uno de aquellos hombres tuvieron que meterse en ella. De igual modo, quienes desean beneficiarse del sacrificio redentor de Jesús no pueden limitarse a esperar la bendición divina. Deben hacer algo.
¿Qué les pide Dios que hagan? Juan 3:36 dice: “El que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él”. Así que Dios nos pide que ejerzamos fe en el sacrificio de Cristo. Pero hay algo más: “En esto tenemos el conocimiento de que hemos llegado a conocerlo [a Jesús], a saber, si continuamos observando sus mandamientos” (1 Juan 2:3). Está claro, pues, que la clave para ser redimidos del pecado y la muerte es tener fe en el rescate de Cristo y obedecer sus mandatos.
Una manera importante de expresar nuestra fe en el rescate de Jesús es celebrando la conmemoración de su muerte, tal como él nos mandó. Antes de morir, Jesús instituyó una cena de significado simbólico con sus apóstoles fieles y les dijo: “Sigan haciendo esto en memoria de mí” (Lucas 22:19). Los testigos de Jehová obedecen ese mandato, pues tienen en alta estima su amistad con el Hijo de Dios. Este año, la Conmemoración de la muerte de Jesucristo tendrá lugar el sábado 22 de marzo, después de la puesta del Sol. Lo invitamos cordialmente a asistir a esa reunión especial y obedecer así el mandato de Cristo. Cualquier Testigo de su zona le indicará con mucho gusto la hora y el lugar en que se celebrará. Allí recibirá más información sobre lo que debe hacer para que el rescate de Cristo lo libere de los mortales efectos del pecado de Adán.
Pocas personas comprenden a plenitud el enorme sacrificio que el Creador y su Hijo han hecho para rescatarlas de la destrucción. Sin embargo, quienes ejercen fe en dicho sacrificio tienen un motivo muy especial para ser felices, como lo muestran las palabras que el apóstol Pedro dirigió a sus hermanos cristianos: “Ustedes [...] ejercen fe en [Jesús] y están regocijándose en gran manera con gozo inefable y glorificado, al recibir el fin de su fe, la salvación de sus almas” (1 Pedro 1:8, 9). Si en su corazón cultiva amor por Jesucristo y fe en su sacrificio redentor, será más feliz ahora y tendrá la perspectiva de ser salvado del pecado y la muerte.

El papel de Jesús en el rescate


Jesús mismo explicó su papel en rescatar a la humanidad de la esclavitud al pecado cuando dijo que había venido “para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28, Reina-Valera, 1960). ¿Por qué la vida de Jesús sirve de rescate? ¿Cómo nos beneficia su muerte?
La Biblia dice que Jesús fue un hombre “sin pecado” y “separado de los pecadores”. Durante toda su vida obedeció a la perfección la Ley de Dios (Hebreos 4:15; 7:26). Por lo tanto, la muerte de Jesús —a diferencia de la de Adán— no fue la consecuencia del pecado y la desobediencia (Ezequiel 18:4). Más bien, Jesús se sometió a una muerte que no merecía a fin de cumplir la voluntad de su Padre de rescatar a la humanidad del pecado y la muerte. Como acabamos de ver, vino voluntariamente “para dar su vida en rescate”. Con un amor sin paralelo en la historia, Jesús se ofreció a “gusta[r] la muerte por todo hombre” (Hebreos 2:9).
La vida que Jesús sacrificó fue un equivalente exacto de la vida que Adán perdió al pecar. ¿Qué resultado tuvo la muerte de Jesús? Pues bien, Jehová aceptó su sacrificio “como rescate correspondiente por todos” (1 Timoteo 2:6). Así es: Dios empleó el valor de la vida de Jesús para recomprarnos, o redimirnos, de la esclavitud al pecado y la muerte.
La Biblia se refiere muchas veces a este grandioso acto de amor de parte del Creador. Por ejemplo, dirigiéndose a los cristianos, Pablo les recordó que “fueron comprados por precio” (1 Corintios 6:20; 7:23). Pedro también escribió a los cristianos que Dios usó la sangre de su Hijo —no oro ni plata— para librarlos de un modo de vivir que los encaminaba a la muerte (1 Pedro 1:18, 19). Mediante el sacrificio de Cristo, Jehová aportó lo que se necesitaba para rescatar a los seres humanos de un destino de muerte eterna.

¿Cómo es que la muerte llegó a reinar sobre la humanidad?


Hay quienes creen que fuimos creados para vivir un corto espacio de tiempo en la Tierra, atravesar distintas pruebas, disfrutar de cierta medida de felicidad y luego morir y pasar a existir en un lugar mejor. Según su punto de vista, la muerte es parte del propósito de Dios para la humanidad. No obstante, la Biblia muestra que la muerte nos aflige por una razón muy distinta, al decir: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (Romanos 5:12). Este versículo indica que morimos por culpa del pecado, pues sus efectos fatales han infectado a toda la humanidad mediante “un solo hombre”. Ahora bien, ¿quién fue ese hombre?
The World Book Encyclopedia comenta que la mayoría de los científicos creen que todos los seres humanos descienden de un antepasado común, y la Biblia aclara quién fue ese “un solo hombre”. Génesis 1:27 dice así: “Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó”. En efecto, la primera pareja humana coronó de gloria la creación terrestre del Dios todopoderoso.
El relato de Génesis nos da más detalles en cuanto a la vida que los seres humanos disfrutarían. Es significativo que, en todo el relato de la creación del primer hombre, Dios no hiciera ni una sola mención de la muerte, excepto como resultado de la desobediencia (Génesis 2:16, 17). Él deseaba que los seres humanos vivieran en un hermoso paraíso terrenal, felices y saludables para siempre. No se proponía que envejecieran y finalmente murieran. ¿Cómo, entonces, llegó la muerte a adueñarse de la humanidad?
El capítulo 3 de Génesis narra que nuestros primeros padres decidieron a sabiendas desobedecer a quien les había dado la vida, Jehová Dios. En consecuencia, Dios ejecutó la sentencia que ya les había anunciado. Le dijo al hombre: “Polvo eres y a polvo volverás” (Génesis 3:19). En armonía con lo que Dios había dicho, los dos seres humanos desobedientes acabaron muriendo.
Pero el daño se extendió mucho más allá de aquella primera pareja. Su desobediencia echó por tierra la perspectiva de la vida perfecta que sus descendientes podrían haber disfrutado. Jehová había incluido en su propósito a los seres humanos que aún no habían nacido, pues a Adán y Eva les dijo: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra” (Génesis 1:28). Con el tiempo, sus descendientes llenarían la Tierra y disfrutarían de una vida de inmensa felicidad sin tener que morir nunca. Pero “un solo hombre” —su antepasado Adán— los vendió como esclavos al pecado, condenándolos a una muerte segura. El apóstol Pablo, descendiente como nosotros de aquel primer hombre, escribió: “Yo soy carnal, vendido bajo el pecado” (Romanos 7:14).
Tal como personas vandálicas han dañado en años recientes obras de arte de incalculable valor, así Adán, al pecar, dañó gravemente la maravillosa creación de Dios, la humanidad. Los hijos de Adán también tuvieron hijos, luego nietos, y así sucesivamente. Cada generación ha seguido el mismo ciclo de nacer, crecer, reproducirse y morir. ¿Por qué han tenido todos que morir? Por ser descendientes de Adán. La Biblia señala que “por la ofensa de un solo hombre muchos murieron” (Romanos 5:15). La enfermedad, la vejez, la tendencia al mal y la muerte misma constituyen el lamentable resultado de que Adán traicionara a su propia familia. Y en esa familia figuramos todos nosotros.
En su carta a los cristianos de Roma, el apóstol Pablo escribió sobre la penosa situación de los seres humanos imperfectos como él y sobre la frustrante lucha contra los efectos del pecado. “¡Hombre desdichado que soy! —exclamó—. ¿Quién me librará del cuerpo que está padeciendo esta muerte?” Buena pregunta, ¿verdad? ¿Quién rescataría de la esclavitud al pecado y la muerte tanto a Pablo como a todos los que anhelan dicho rescate? El propio apóstol da la respuesta: “¡Gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor!” (Romanos 7:14-25). En efecto, nuestro Creador ha dispuesto lo necesario para rescatarnos mediante su Hijo, Jesucristo.

Cómo puede salvarle la muerte de Jesús


HACE casi dos milenios, en la Pascua judía del año 33 de nuestra era, un hombre inocente moría para que otros pudieran vivir. ¿A quién nos referimos? A Jesús de Nazaret. ¿Y a quiénes puede beneficiar su noble acto? A toda la humanidad. Un versículo bíblico muy conocido resume ese sacrificio salvador de este modo: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16, Reina-Valera, 1960).
Muchas personas conocen este pasaje bíblico, pero pocas realmente comprenden lo que significa. Por ello se preguntan: “¿Por qué necesitamos el sacrificio de Cristo? ¿Cómo puede la muerte de un solo hombre rescatar a la humanidad del destino de una muerte eterna?”. Veamos las respuestas claras y satisfactorias que da la Biblia.

¿Se beneficiará usted de lo que hará el Reino de Dios?


El mensaje que Jesús predicó ofrecía una esperanza incomparable. Hace miles de años, tras la rebelión ocurrida en Edén, Jehová Dios prometió establecer un gobierno que llevara a cabo su propósito original. ¿Y cuál es ese propósito? Que los seres humanos fieles vivan eternamente en un paraíso en la Tierra. ¿No le emociona saber que este gobierno prometido desde tanto tiempo atrás ya está funcionando en los cielos? Así es, el Reino de Dios no es un concepto abstracto ni lejano, sino toda una realidad.
El Rey que Dios ha nombrado ya está gobernando en medio de sus enemigos (Salmo 110:2). Pero aun en este mundo corrupto y alejado de Dios, el Mesías está cumpliendo el deseo de su Padre de buscar a todos los que quieren conocer cómo es Dios en realidad y adorarlo “con espíritu y con verdad” (Juan 4:24). A personas de toda raza, edad y condición social se les ofrece la esperanza de vivir para siempre como súbditos del Reino de Dios (Hechos 10:34, 35). Le animamos a que aproveche sin demora esta maravillosa oportunidad. Sí, profundice su conocimiento del Reino de Dios, pues así podrá vivir para siempre bajo su justo gobierno (1 Juan 2:17).

¿Qué dice la Biblia?


La Biblia enseña que Dios creó al hombre y a la mujer con un propósito definido. Veamos el mandato que Jehová les dio a nuestros primeros padres.
Génesis 1:28: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”.
Por lo tanto, el propósito de Dios era que Adán y Eva, así como sus hijos, convirtieran la Tierra en un paraíso. No quería que los seres humanos envejecieran y murieran, ni que dañaran el medio ambiente. Sin embargo, debido a la pésima elección que hicieron nuestros primeros padres, nosotros hemos heredado el pecado y la muerte (Génesis 3:2-6; Romanos 5:12). Aun así, el propósito de Jehová no ha cambiado. Pronto, la Tierra será un paraíso (Isaías 55:10, 11).
Jehová nos creó con las capacidades físicas e intelectuales necesarias para efectuar su propósito. No estamos hechos para vivir al margen de nuestro Creador. Observe en las siguientes citas bíblicas cuál es el propósito de Dios para nosotros.
Eclesiastés 12:13: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre”.
Miqueas 6:8: “¿Y qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?”.
Mateo 22:37-39: “‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a él, es este: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’”.

martes, 22 de junio de 2010

¿ CUAL PROMESA ?


Dios tiene un maravillo propósito para la tierra : llenarla de personas que sean felices y disfruten de buena salud. pues bien , él ha prometido : " lo he hablado; también lo haré " ( Isaías 46:9-11;55:11 ). En efecto, el creador cumplirá sin falta todo lo que se ha propuesto. Él mismo señala que no creo la tierra " sencillamente para nada ", sino "para ser habitada " ( Isaías 45:18 ). ¿Qué clase de personas quería Dios que vivieran en este planeta, y por cuánto tiempo? La Biblia responde:"los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre en ella " (salmo 37:29;revelación 21:3,4)obviamente, esa promesa aún no se ha cumplido. Los seres humanos se enferman y mueren ;es más, luchan y se matan unos a otros. está claro que las cosas tomaron otro rumbo. Sin lugar a dudas, Jehová nunca quiso que la tierra estuviera como la vemos hoy. ¿Qué sucedió ?