domingo, 11 de julio de 2010
El propósito de Dios para la Tierra
Jehová Dios jamás quiso que la Tierra se maltratara y se contaminara, como ocurre en la actualidad. Más bien, cuando creó a Adán y Eva, la primera pareja humana, les dio un bonito jardín donde vivir. Por supuesto, el Paraíso, su hogar, no se habría mantenido hermoso por sí solo. Dios les encargó que ‘lo cultivaran y lo cuidaran’ (Génesis 2:8, 9, 15). Ese fue el agradable y satisfactorio trabajo que recibieron nuestros primeros padres cuando aún eran perfectos.
Pero el propósito de Dios incluía mucho más que cuidar de aquel jardín original: él quería que toda la Tierra llegara a ser un paraíso. Por eso, les dio este mandato a Adán y Eva: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra” (Génesis 1:28).
Lamentablemente, el propósito divino se enfrentó a la oposición de un ángel orgulloso a quien se le llegó a conocer como Satanás. Este deseaba que Adán y Eva lo adoraran. Sirviéndose de una serpiente como portavoz, Satanás logró que se rebelaran contra la gobernación de Dios (Génesis 3:1-6; Revelación [Apocalipsis] 12:9). ¡Cuánto debió dolerle a nuestro Creador que fueran tan egoístas y desagradecidos! Pero lo que aquella rebelión no pudo cambiar fue el propósito de Dios para la Tierra, pues él dijo: “Así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado, y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado” (Isaías 55:11).
Existen razones muy poderosas por las que Jehová ha permitido que la rebelión de Satanás continúe hasta nuestros días. En todo este tiempo, la humanidad ha tenido la oportunidad de probar muchas formas de gobierno, y los resultados han demostrado que la independencia de Dios, promovida por Satanás, es un completo fracaso (Jeremías 10:23).
Con todo, durante los miles de años que han transcurrido, Dios ha bendecido a la humanidad de varias maneras. Por ejemplo, ha favorecido a determinadas personas justas. También ha preservado en la Biblia un registro de las consecuencias tanto de ser obedientes como de rechazar las normas divinas. Además, Jehová ha hecho obras maravillosas para beneficio nuestro en el futuro. En su amor, ha suministrado a la humanidad un Salvador, enviando a su amado Hijo Jesucristo para que nos enseñara el mejor modo de vivir y diera su vida por nosotros (Juan 3:16). Puesto que Jesús no merecía morir, su muerte proporcionó la base legal para que Dios recomprara lo que Adán y Eva habían perdido, a saber, la posibilidad de vivir eternamente en una Tierra paradisíaca. Con este fin, Jehová Dios ha instaurado un Reino celestial para gobernar a toda la humanidad y ha nombrado a su Hijo, Jesucristo resucitado, como Rey de ese Reino. Este maravilloso gobierno logrará que el propósito de Dios para la Tierra se haga realidad (Mateo 6:9, 10).
Por tanto, usted puede confiar plenamente en estas promesas bíblicas: “Los malhechores mismos serán cortados, pero los que esperan en Jehová son los que poseerán la tierra. Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”. “‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado’. Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: ‘¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas’.” (Salmo 37:9, 29; Revelación 21:3-5.)
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