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domingo, 26 de septiembre de 2010

Cómo criar a su hijo en la sabiduría divina


Cómo criar a su hijo en la sabiduría divina
PERSONAS pensadoras de muchas naciones y diferentes antecedentes reconocen que Jesús fue un maravilloso maestro y moralista. Pero ¿hubo ciertos factores de su crianza que contribuyeran a esto? ¿Qué lecciones pueden aprender de la vida familiar y crianza de Jesús los padres de hoy día?
La Biblia nos dice muy poco de la niñez de Jesús. Básicamente, sus primeros 12 años se resumen en dos versículos: “Entonces, cuando [José y María] hubieron llevado a cabo todas las cosas según la ley de Jehová, se volvieron a Galilea, a su propia ciudad de Nazaret. Y el niñito continuó creciendo y haciéndose fuerte, lleno como estaba de sabiduría, y el favor de Dios continuó sobre él”. (Lucas 2:39, 40.) Pero aquí hay lecciones que los padres pueden aprender.
El niñito “continuó creciendo y haciéndose fuerte”. Por lo tanto, sus padres cuidaban de él en sentido físico. Además, continuamente se ‘llenaba de sabiduría’. ¿De quién era la responsabilidad de enseñarle el conocimiento y entendimiento que serían la base de su sabiduría?
Bajo la Ley mosaica, sus padres tenían ese deber. La Ley decía a los padres israelitas: “Estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón; y tienes que inculcarlas en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes”. (Deuteronomio 6:6, 7.) El hecho de que Jesús continuó ‘llenándose de sabiduría’, y también de que “el favor de Dios continuó sobre él”, indica que José y María estaban obedeciendo este mandato.
Algunas personas quizás opinen que la crianza de Jesús, por ser un niño perfecto, no proporciona un patrón realista para criar a otros niños. Sin embargo, José y María no fueron perfectos. No obstante, evidentemente continuaron supliendo las necesidades físicas y espirituales de él a pesar de las presiones que conlleva criar a una familia que va creciendo. (Mateo 13:55, 56.) Además, Jesús, aunque perfecto, todavía tenía que pasar por la infancia, la niñez y la adolescencia hasta llegar a adulto. Sus padres tuvieron que hacer una gran labor formativa, y evidentemente la hicieron bien.

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