lunes, 6 de septiembre de 2010
¿Está usted en paz con su prójimo?
AMA a tu prójimo. Eso es lo que se nos ha dicho. Sin embargo, no siempre es fácil. Solo el mantener la paz ya es de por sí difícil. La música rock del vecino de al lado hace retemblar las paredes de su casa. Los hijos del vecino alborotan en el pasillo. En la calle, uno corre el riesgo de ser asaltado. Al conducir en la carretera, otro automóvil se le adelanta casi echándosele encima... si usted le toca el claxon, ¡hasta podrían darle un tiro! ¿Una exageración? Tal vez en algunos lugares, pero no en las grandes ciudades. Los suburbios y las zonas rurales tienen sus propios problemas que dificultan el amor al prójimo.
Gran parte de la tensión se origina de este sistema de cosas moderno dominado por la tecnología. El hacinamiento en las ciudades convierte a mucha gente en enemigos mortales. En las horas punta, el tráfico rodado avanza a paso de tortuga, mientras los conductores van que echan humo. La gente en las zonas rurales corre gritando tras las gallinas del vecino que se han metido en el jardín y se lo han arruinado. Los granjeros pierden hasta la camisa cuando una plaga de insectos inmune a los plaguicidas destruye sus cosechas. Y en todas partes las industrias arrojan al medio ambiente sustancias contaminantes. El aire se oscurece por causa de la polución, cae lluvia radiactiva, mueren los peces de los lagos y hasta el agua del subsuelo está contaminada por causa de los vertidos químicos tóxicos. La salud se deteriora y se pierden vidas.
De esta manera y de muchas otras se acumula la tensión en la vida de millones de personas mientras las emociones están a flor de piel, listas para explotar, y muy a menudo explotan. Muchos buscan una vía de escape dejándose arrastrar por búsquedas carnales. El materialismo egoísta, las juergas sociales, las drogas, los estilos pervertidos de vida... todo lo que contribuya a refugiarse en el culto del yoísmo. El amor de sí mismos puede más que el amor al prójimo, mientras la carne se sacia y el espíritu muere de inanición.
Y en los países más pobres, tanto la carne como el espíritu padecen inanición. Las revoluciones devastan la población, las enfermedades arrebatan vidas, el hambre cunde por el país, muere la esperanza, reina la desesperación.
No, en este sistema de cosas moderno no siempre es fácil amar al prójimo. Sin embargo, el amor al prójimo existe y hay muchas personas que disfrutan de paz con su prójimo.
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